
Pasamos la noche en el barco y no dormimos mal. No hacía excesivo calor como pensábamos en la selva de Borneo, y por la noche nos echábamos la sabanita. Allí nos despertábamos siempre muy pronto, entre el cambio horario y que al estar al descubierto enseguida ves luz y oyes animales. Nos cambiamos y a desayunar! Unos zumos, café, tostadas y un pancake, perfecto. Y nos pusimos en marcha hacia la primera parada del día en el parque nacional de Tanjung Puting en Borneo.
Borneo: Tanjung Puting National Park
Continuamos el viaje por el parque de Tanjung Puting en nuestro klotoc por el río Sekonyer en dirección a la segunda estación y campamento de orangutanes.
Parque nacional de Tanjung Puting: segunda estación
Fuimos un rato navegando, viendo algún narigudo, viendo como cada vez se iba estrechando más el río, una pequeñísima población de 2 casas con niños, algún klotoc de vuelta hacia Kumai para terminar su aventura en Borneo y por fin y con un tiempo buenísimo, sol pero no excesivo calor, paramos en la plataforma y entramos en la selva.
Y al nada de entrar nos encontramos con Albert!! Un orangután gigante que estaba tranquilamente en el árbol. Woody nos habló de él y le llamaba para que se nos acercara más. Super simpático el orangután que encima posaba a las fotos y saludaba. Estuvimos un bueeeeen rato con él nosotros solos hasta que seguimos el camino hacia el lugar donde les dan de comer.
Por el camino vimos a unos cuantos que iban por los árboles haciendo el mismo camino, ya que sabían que era su hora del desayuno y no se lo quería perder ninguno. Allí en el lugar donde comen, hay una pequeña cuerda para que los turistas no nos adentremos y les veamos «de lejos», y además hay banquitos para sentarnos. Estábamos 9 personas en total más los guías, que se quedaron atrás charlando entre ellos (y Woody siempre con la mochila con botellas de agua frías para cuando quisiéramos).
Allí los 2 cuidadores comenzaron a traer fruta y tirarla por la plataforma, junto a unos cuencos de leche y llegaron y llegaron varios orangutanes a ponerse las botas.
Hicimos muchísimas fotos, disfrutamos de la vista, estuvimos mucho rato viendo como comían, como iban y venían, como se quitaban la comida, como los más grandes estaban al lado de la fruta y los más débiles se acercaban con cuidado cogían algo y se apartaban a comer y sobre todo, vimos a muchísimas madres con su pequeño orangután agarrado a ellas, ayudándoles a comer y llevándolos de un lado a otro. Precioso.
Después de bastante tiempo y mucho sudor (daba el sol y allí dentro había mucha más humedad) emprendimos el camino de regreso, donde Woody nos enseñó algunas cosas como nidos de tarántulas, cientos de termitas o árboles con una resina muy tóxica.
De nuevo en el barco, nos refrescamos y cambiamos, nos dieron una cocacola y un snack y nos tumbamos en la parte delantera a tomar el sol y seguir navegando a través del río.
Según avanzábamos el río era más alucinante. Cada vez más estrecho. Cada vez más frondosa la selva. Cada vez más oscuro el agua. Hubo momentos de agua chocolate, que pasó a cocacola hasta llegar a la zona más alucinante, el agua totalmente negra, donde no se podía ver nada debajo ya que siempre daba el reflejo. Esto es debido a unas algas que dan ese color, y la sensación es increíble, sobre todo cuando te cuenta Woody que hay muchos cocodrilos por la zona (además de cientos de extraños peces y animales no muy amigables) y que con ese color no puedes distinguir lo que hay ni un centímetro debajo del agua.
Parque natural de Tanjung Puting: Camp Leaky
Llegamos a la tercera estación, la más famosa y grande del parque de Borneo. Allí parados aprovechamos a comer. Nos sacaron gambas rebozadas, arroz, berenjena, noodles y fruta del dragón. Fueron llegando los klotocs de nuestros «compis» de viaje y un barco enorme de chavales indonesios que no paraban de meter voces. Lo bueno es que les dijeron que íbamos los 4 klotocs de turistas primero y luego ya irán ellos.
Justo donde estábamos vimos un enorme lagarto rondar nuestro klotoc, pero lo más importante fue ver a Siswi, la reina del parque de Borneo, o «the queen» como la llaman ellos, la orangután más vieja, la cual estaba tirada en la entrada, por lo que pudimos verla mientras comíamos. Es muy graciosa y le encantan los sombreros de hojas de palmera. Uno de los guías salió a verla y le dio las hojas, las cuales se iba poniendo en la cabeza hasta tener un paraguas en la cabeza. Y el guía sentado a su lado mientras ella jugueteaba con las hojas y con él. Se notaba que se conocían bien.
Cruzamos el río en una lancha donde casi nos hundimos xD ya que estábamos aparcados enfrente y empezamos la visita… ¡¡¡justo cuando se pone a diluviar!!! Menos mal que habíamos cogido chubasquero, pero 5 minutos antes parecía que hacía bueno.. pero nos fuimos directos a la casita de información donde tienen multitud de cuadros y fotos de los orangutanes y del parque, donde nos enteramos bien de los árboles genealógicos y nos divertimos con la malísima hija de la chica de allí, que iba correteando sin parar de un lado a otro y tirando la comida que le daba su madre, qué risas…
A la media hora dejó de llover, chispeaba un poquillo, así que nos pusimos el impermeable y salimos en dirección al campamento para ver cómo les dan de comer. En el camino nos encontramos con muchísimos orangutanes. Nos parábamos cada nada a verlos, uno de ellos estaba en un árbol muy abajo, tanto que para pasar por el camino teníamos que rodearle. Fotos y más fotos, saludos, Woody nos iba diciendo el nombre de cada uno de ellos, les llamaba, charlaba y nos contaba historias de ellos.
Y seguimos hasta llegar al «comedero». Este es más grande y aquí estaban los del barco grande indonesio que habían salido mientras nosotros esperábamos en la casita a que pasase la lluvia, así que tocaba verlo con más gente, pero sin problema por que hay mucho sitio para sentarse y además, a ellos les dijeron que atrás.
Allí vimos a los 2 cuidadores llevando la comida y empezó uno de los momentos más mágicos… comenzaron a llegar orangutanes de todos los lados. De arriba, derecha, izquierda, de atrás, de cada árbol… no paraban de venir!! Incluso por nuestro sitio, pasaban al lado, uno de hechos me apartó y todo porque estaba en la zona de entrada mirando hacia delante y no le dejaba pasar al pobre y me empujó un poco para pasar. Qué bien lo pasamos viendo como venían tantos y tantos y luego cómo comían.
Allí estuvimos muuuuuucho rato viendo cómo comían, cómo iban llegando, se sentaban, cogían su comida, se ponían las botas, se iban, otros venían, algunos no se movían de principio a fin… y todos estábamos callados como hipnotizados.
Lo que vimos muy claramente es el estatus de cada uno, los grandes se sentaban en medio y a comer, los pequeños o débiles iban con miedo y muchos cogían cosas y se subían al árbol a comer, las madres solían tener sitio para que sus bebés comieran… todo hasta que llegó Tom, el rey del parque de Tanjung Puting.
Todos se apartaron, todos desaparecieron de la plataforma. Tom comió un rato lo que le dio la gana mientras los más valientes (o alocados) se acercaban tímidamente a coger alguna fruta. Increíble ese momento, se respiraba la tensión en el aire. No estuvo mucho, cuando se cansó, dirigió una mirada a todos nosotros y se marchó, momento en el cual volvieron algunos más a coger los restos que quedaban.
Cuando no quedaba nada iban a por los rangers y les intentaban quitar el saco de comida, jajaja. Muy buenas risas, intentaban convencerles para que les dieran más y se metían en sus sacos para comprobar si les quedaba algo. Todo esto bajo una buena lluvia, ya que mientras estábamos ahí chispeaba y cada vez calaba más, pero nadie se quería mover ni prestaba atención a la lluvia.
Eso sí, una vez terminado el espectáculo y cuando empezaron los orangutanes a desaparecer, todos bien calados fuimos volviendo hacia nuestro barco con el guía. Atravesamos barro por los caminos y regresamos a nuestro klotoc para poder lavarnos tranquilamente, cambiarnos de ropa, tomarnos una cocacola y un snack y asimilar lo vivido. Pero antes, nos encontramos con la anciana reina en medio de la pasarela hacia el barco, por lo que estuvimos con ella, nos hicimos fotos a su lado y nos dejó un magnífico último recuerdo.
Y arrancamos el klotoc para poner rumbo de vuelta, era tarde y había que hacer mucho camino, así que el resto de la tarde la dedicamos a navegar y navegar, viendo muchos narigudos en el camino, hasta que ya completamente de noche decidieron parar y atar el klotoc allí. Contemplamos las luces de las luciérnagas, que llenaban la oscuridad con miles de diminutas luces, cenamos pollo, noodles, tofu, arroz, verduras… y a dormir, que había sido un día alucinante, habíamos visto cientos de orangutanes, jamás pensamos que tuviéramos la suerte de ser un día que salieron todos y poder ver tantos, los habíamos tenido cerquísima e incluso tocado, y habíamos estado con el Rey y la Reina del parque. Y ahora tocaba descansar y dormir bien, aunque aún no sabíamos lo que iba a pasar al poco de acostarnos el día siguientes antes de ir a Borobudur desde Borneo.
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