
Nos levantamos tranquilamente después de descansar muy bien en nuestro bungalow que hoy tocaba día de playas de Koh Phangan. Nos bajamos a nuestra playita de Haad Yao. Allí comprobamos que a estas horas no abrasaba como por la tarde, simplemente estaba templada tirando a caliente.
Dimos un paseo por la playa y salimos a la carretera a ver si encontrábamos alguna furgoneta ya que queríamos ir dirección norte en busca de la bonita y tranquila playa de Mae Haad y su isla Koh Mah, y.. ¡había justo una allí parada!
Playa de Mae Haad
La verdad es que tuvimos suerte porque en estos días no habíamos visto ni una, muy poca gente estos días y los que hay muchos o se mueven en taxi o en moto, y por tanto pocos songthaews. Intentamos negociar pero en Koh Phangan estos días era imposible, precios fijados siempre, por tanto 300b la ida por los dos hasta la zona de Mae Haad.
Le dijimos que esperara un poco que íbamos al 7eleven de enfrente, donde compramos los deliciosos sandwiches calientes de queso y salchichas para desayunar, y bebidas, patatas y demás picoteo para tener en la playa y nos montamos en la furgoneta.
La isla de Koh Phangan es increíblemente verde, con sus subidas y bajadas constantes, menudo desnivel que hay cada pocos metros, normal que haya continuos accidentes de motoristas guiris cada nada como nos comentaron allí. Y llegamos tras unos 20 minutos a nuestro destino al noroeste de la isla, Mae Haad.
El sitio es precioso, en la primera parte hay algunos barquitos, y después, a la izquierda está la larga playa de Mae Haad que se comunica con la pequeñita isla de Koh Mah mediante un paso de arena.
Además ahora sólo había una pareja más en toooda la playa, y en todo el día solo aparecieron 3-4 parejas más. Tranquilidad, descanso, baños en Mae Haad, paseos, nos tomamos los aperitivos del 7eleven y relax total.
La playa de Mae Haad nos gustó bastante, pues el mar era el más «frío» de todos los que probamos y además cubría «más». Más significa que llegabas pronto a la zona de la tripa y con agacharte un poco te mojabas entero. En las demás que estuvimos, excepto en Lamai, para mojarte entero casi que tenías que tumbarte en el suelo y hacer la croqueta por el mar…
Lo único malo fueron unos mosquitos suicidas, que cuando te veían iban como locos a por ti, no es que fueran a picarte, es que iban tan locos y directos que se estrellaban contigo. Donde más estaban era en la orilla por lo que entrabamos y salíamos corriendo para esquivarlos.
Isla de Koh Mah
Después de unas horas en esta playa nos acercamos hacia Koh Mah. Preciosa la imagen de la islita y tumbarse justo en el paso de la arena, aunque el mar nos gustó más en la otra zona ya que aquí había alguna piedras.
El agua es muy transparente y en Koh Mah hay un centro de submarinismo y snorkel por lo que suele ir bastante gente a ver los muchos corales y peces que hay allí.
Lo mejor fue la tranquilidad, no solo por la poquísima gente, sino sobre todo por no ver a ninguno de los típicos y pesados vendedores ambulantes que suele haber por las playas de thai, que gusto estar así. Había también un bar-restaurante y un centro de masajes aunque estaban ambos cerrados, supongo que sin golpes de estado estará más llena la zona, pero tampoco pinta a exceso, al estar en una zona más al norte. Muy recomendable.
Cuando nos aburrimos (a nosotros nos encanta ver la playa y darnos unos baños, pero después de unas pocas horas se nos hace pesada la playa), a eso de las dos y media de la tarde salimos en busca de alguna furgoneta que nos llevara de vuelta.
En un hotel cercano preguntamos, y nos dijeron que tenían allí a un conductor de furgonetas y por 300b para los 2, el mismo precio establecido con el que vinimos, por lo que nos llevó de vuelta a nuestro maravilloso bungalow.
Playa de Haad Yao
Comimos en nuestro propio hotel, nos dimos un paseo por la playa de Haad Yao, descansamos en la hamaca, nos bañamos solos en nuestra piscina infinita y contemplamos el atardecer. Lo que se dice un día duro duro, no fue.. 😛
Antes de cenar nos bajamos a la playa para despedirnos de ella y ver el atardecer final allí, pero habían salido unas nubes justo donde se ponía el sol y nos lo perdimos, aunque aprovechamos a ver nuestra playa de Haad Yao más concurrida que nunca, aunque no de turistas, que éramos los únicos, si no de unos chavales thais que estaban jugando al fútbol, y estuvimos un rato viendo su partidillo y jugando con sus diminutos perros que tenían.
Nos dimos un último paseo y subimos al resort, donde cenamos y preguntamos para el día siguiente para ir hacia el puerto del ferry, nos dijeron el precio establecido y que no habría problema pues siempre había alguno del personal por allí y nos fuimos a dormir pues mañana nos tocaba un día largo y pesado, volver hasta bangkok mediante van, ferry, bus y avión.
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