Volamos sin problema con Easyjet y llegamos al aeropuerto de Lisboa, el cual hay que andar bastante hasta conseguir salir de allí. Una vez pasamos la zona de tránsito, buscamos el metro y en seguida vimos un cartel que lo indicaba y allí nos metimos.
Es muy cómodo tener el aeropuerto conectado con el metro. Cogimos la línea roja que es la única que pasa por el aeropuerto y fuimos hasta Alameda que coincide con la línea verde que va al centro de Lisboa. Allí hicimos el transbordo hasta la estación de Rossio.
Para moverte en Lisboa hay que tener la tarjeta Viva Viajem. Ésta tiene 2 maneras de funcionar, rellenándola con dinero que luego vas consumiendo con cada billete que gastas en el metro, tranvía, tren.. o bien pagando un dinero fijo al día para poder usarla ilimitadamente.
Como nosotros estábamos en el centro y somos de mucho andar decidimos comprar la tarjeta para ir recargándola. La tarjeta cuesta 0,50€ y la recarga el mínimo son 5€.
Una vez salimos del metro, seguimos lo que llevabamos apuntado y enseguida llegamos al apartamento, situado a 3 minutos andando de Rossio aunque, como todo en Lisboa, en cueeeeeeesta.
El apartamento era GENIAL, enoooorme, con su salón, su cocina grande, su habitación, su gran baño.. aunque tocaba subir hasta la tercera planta por unas escaleras empinadísimas y altísimas que te destrozaban aún más las piernas después de volver de patear y subir las cuestas lisboetas.
Pero no todo era bueno, Clau se empezó a encontrar rara en el avión y una vez en el apartamento ya estaba fatal. Vómitos y malestar, ideal para el primer día… 👿
Compramos algo de comer en un pequeña tienda que estaba enfrente de la casa, y después de unas horas ya se encontraba algo mejor. Le propuse ir a patear un poco de Lisboa pero estaba sin nada de fuerza así que prefirió quedarse y echarse una buena siesta para reponer el cuerpo y estar lista para el resto de la semana, así que me fui a pegar el primer pateo a Lisboa yo solito.
Nuestra casa estaba justo a la mitad de la Rua da Condessa, por lo que podíamos bajar por un lado pasando por la Plaza Do Carmo o por el otro en el que había unas escaleras que bajaban directas al Rossio. Ésta fue la opción que tomé.
La Plaza del Rossio, que realmente se llama Plaza Don Pedro IV, se podría decir que es el centro de Lisboa. Siempre hay mucha gente y alrededor de la plaza hay multitud de tiendas, cafeterías, bares, restaurantes.. y lo más importante, a un lado el Teatro Nacional Doña María II y una de las maravillosas fuentes de la plaza,
y al otro lado la Estatua de Don Pedro IV, junto a la otra fuente y el arco que da entrada en la Rua Augusta.
La calle Rua Augusta estaba llenísima de gente. Era 1 de agosto, viernes por la tarde y estaban las terrazas repletas de gente tomando algo, gente paseando, heladeros llenándose los bolsillos de dinero con el calorcito que pegaba, y en la calle hay numerosas tiendas de marca, restaurantes turísticos, heladerías, supermercados, museo de la moda..
Y al final de la calle, el arco más famoso de todos, el Arco Triunfal da Rua Augusta, diseñado por el arquitecto Santos de Carvalho y construido en el 1873 con estatuas de Vasco de Gama y Marqués de Pombal para celebrar la reconstrucción de la ciudad después del gran terremoto.
Hacía un día genial, estaríamos a unos 26º, ideal para pasear por allí, y ver la famosísima Praça do Comércio, la cual comienza tras pasar el Arco Triunfal. Enorme plaza, con la estatua del rey portugués José I a caballo en el centro de la misma. Y al final de la plaza el río Tajo. Desde aquí hay bonitas vistas, ideal para relajarse, hay asientos, una minimini playina con gente tumbada, el puente 25 de Abril al fondo..
Seguí con mi ruta solitaria, recordando esta maravillosa ciudad en la que estuve hace un par de años y volviendo a recordar por qué me gustó tanto en su día. Tan peatonal, tan cómoda, tan alegre, tan acogedora.. y puse rumbo de nuevo hacia el apartamento pero esta vez subiendo por la zona del Chiado, girando en la Rua Garret y pasando por el famoso café A Brasileira que estaba llenísimo, la Plaza Luis de Camoes, Iglesia de San Roque y subiendo un poco más por el barrio alto hasta el mirador San Pedro de Alcantara tras pasar el elevador da Gloria. Buenas vistas se tienen del mirador, aunque no me entretuve mucho en estas visitas pues pretendía verlo de nuevo al día siguiente con Clau, por lo que fue más con la idea de reconocer todos los sitios, y con eso, llegué al apartamento con una buena paliza en los pies.
Clau se encontraba ya mejor, por lo que cenamos algo suave y a la camita, que mañana nos tocaba disfrutar de Lisboa juntos y decidimos que iríamos hacia el castillo de San Jorge y a la Alfama. ¡Hasta mañana!