Nos levantamos, guardamos todo en las maletas y salimos de aquella habitación que hoy teníamos que irnos a la capital de Camboya, Phnom Penh.
El hotel grande, techos enormes, señorial, el mejor del pueblo.. pero con algunos amiguitos dentro ya que vimos varias lagartijas por la habitación, algunos ruidos raros que salían de encima del baño (tenía una especia de tejadillo pero era tan alto que no se veía y parecía un nido de pájaros o que se yo..) y varias hormigas alrededor de una bolsa con algo de comida que teníamos… no fue exagerado, pero sí fue el único donde nos encontramos bichejos por la habitación, pero es lo que tiene estar en un pueblo totalmente rural en Camboya.
Desayunamos unos capuccinos en el restaurante del hotel y mientras estábamos allí llegó corriendo el chico de recepción para que saliéramos. Nos dijo que cruzáramos la acera y justo cuando lo hacíamos apareció el bus. Nos montamos y disfrutamos del último viaje en autobús por Camboya, del último show, como en todos siendo los únicos turistas en un bus repleto de Camboyanos curiosos.
Que ver en Phnom Penh
El viaje era el más corto, pero se hizo algo más pesado, pues antes de llegar paró a comer, y el lugar de parada era… vamos que no había quien comiera allí, las cosas no pintaban muy bien, frutas extrañas entre hielos y moscas, menos mal que tenían bolsitas de patatas extrañas que nos entretuvieron en el resto de viaje, que se hizo algo largo pues fue haciendo mil paradas antes de llegar a Phnom Penh, tras unas 3 horas.
En la estación de buses hay unos cuantos tuktuks, preguntando para ir a nuestro hotel, el Alibi Guesthouse y nos pedían 10$ por los 2 de primeras. Excesivo y regateando fuimos bajando y bajando hasta los 3$. No fue mal precio teniendo en cuenta que la estación está bastante lejos y hasta el hotel, que está muy cerquita del Palacio Real, tardamos unos 20 minutos.
Dejamos las cosas, nos gustó el hotel y la habitación, amplia, limpia y muy nueva con todo y nos fuimos hacia el Gran Palacio que está a unos 5 minutos andando, seguimos al lado del río y nos metimos a comer unos noodles exquisitos (unos con pollo y otros con cerdo) regados con un par de cervezas, todo por 6,5$.
Y al salir, hablamos con un tuktukero para ir a los Killing Fields y a la prisión Tuol Sleng. No hablaba muy allá inglés y entre él y otros de alrededor que se habían sumado a la puja, comenzamos a negociar. Pedía 25$ por los 2 para ir y venir a las 2 cosas, demasiado, ya que habíamos leído a otros viajeros que habían ido entre 15$ y 20$. Nosotros decíamos que 10$ y al final dijo que 13$. Aceptamos perfectamente, sin saber lo que vendría después.. y pusimos rumbo a los Killing Fields, o Choeung Ek Genocidal Center.
Toul Sleng
Está bastante lejos y el camino en tuktuk es otro show, pitos, motos, tuktuks, más motos.. Phnom Penh es un auténtico caos de circulación, vimos un par de golpetazos entre motos, nos metimos por callejuelas para atajar, carreteras con agujeros, otras sin asfaltar, afueras, poblados, entre piedras.. cada viaje en tuktuk allí es una auténtica aventura, y éste de una media hora no fue menos.
Sobre lo que ver allí, prefiero no comentar mucho. Se paga 6$ por persona y te dan una audioguía en español que te va contando toda la historia, con testimonios de personas de la época.
Aquí se ven las fosas comunes, lugares donde los Jemeres Rojos ejecutaban a los propios camboyanos, árboles desde donde colgaban a los bebés.. no es un sitio bonito, es duro de ver y de oir, pero hay que verlo para conocer la historia y las atrocidades que es capaz de cometer el hombre, y tan cerca en el tiempo, entre 1.975 y 1.979.
Salimos del recinto, buscamos a nuestro tuktukero y.. no está!! Buscando y buscando y que se ha largado. Se nos acerca otro tuktukero para ver a quién buscamos y nos dice que se ha ido a llevar a una persona que se había quedado aquí colgada y que llegaría ahora en 5 minutillos..
Pues mala leche porque allí todos los tuktukeros que estaban era esperando a quien habían traído, lógicamente al estar muy apartado del centro. Esperamos unos 20min, menos mal que tenían botellas de agua allí afuera pero íbamos viendo que no íbamos a llegar a nuestro siguiente objetivo, la prisión de Tuol Sleng o prisión S-21.
Cuando ya estábamos decidiendo irnos con otro tuktukero cuando regresaran sus clientes que estaba esperando, apareció el tipejo. Le recriminamos, nos montamos rápidamente y puso rumbo a la prisión. La prisión cierra a las 17.00 y eran las cinco menos veinticinco pasadas cuando arrancamos y comenzamos de nuevo por los atajos entre motos y tuktuks, llegando a la prisión 3 minutos antes que el cierre, pero una vez pagada la entrada de 2$ por persona puedes quedarte el tiempo que quieras. Por los pelos.
Toul Sleng
Toul Sleng es otro lugar durísimo, más aún que los campos de exterminio. Fue un instituto, reconvertido por los Jemeres Rojos en una prisión donde fueron interrogados, torturados y asesinados más de 20.000 hombres, mujeres y niños.
Puedes recorrer los diferentes edificios y ver las minúsculas celdas, sus estrictas normas y reglamentos, los corredores con sus verjas, sus tumbas.. todo tal y como los jemeres rojos lo dejaron en su huida tras las liberación Vietnamita.
Otro lugar muy duro pero imprescindible para conocer la historia camboyana y recordar que hace muy poco tiempo, los propios Camboyanos liderados por Pol Pot llegaron a exterminar a un tercio de la población de Camboya, su propio país.
Este museo rinde homenaje a las víctimas, con fotos y restos de aquellos que perecieron allí y pretende concienciar al mundo de la maldad humana para que no se vuelvan a producir estas atrocidades.
Mercado de Phnom Penh
Salimos de allí, y fuimos hacia el hotel, pasando por algunos de los típicos mercados de la capital entre los que siempre destaca el Durián, conocida como la fruta más apestosa del mundo, y hace bien su honor.
Nos deja casi al lado porque se pasa la entrada y cuando vamos a pagarle, no tenemos suelto (y ellos prácticamente nunca tienen suelto) así que primero nos toca ir a cambiar allí al lado en un restaurante y volvemos, donde ya se han juntado alrededor varios tuktukeros más. Cuando vamos a pagarle dice que son 17$. Pero si hemos quedado que 13$!! Que? No, 17$. Vamos que no se entera del inglés, y pensó que nos dijo que 17$ y por eso cerramos el trato, pero dijo 13$, así que se aprenda los números mejor, le dimos los 13$ y se quedó con cara de poker, sus amigos tuktukeros riéndose en plan has ido a timar a unos turistas y te han timado y riéndose sin parar… Todavía si se hubiera comportado bien, pero de todos los tuktuks que cogimos por Tailandia y Camboya fue el más antipático y encima nos dejó tirados 20min esperándole, así que nada de nada! 😈
Nos pegamos una buena ducha y al poco volvemos a salir para pasear por la zona del río y sus múltiples restaurantes, pero seguía haciendo un calor horrible, estar a 35º más la sensación térmica que lo subía bastante, siendo de noche era asfixiante.
Dimos unas vueltas, cenamos muy bien por 8$ los 2, paseamos, vimos a mucha gente por el río y frente al Gran Palacio Phnom Penh y a dormir al cómodo Alibi Guesthouse, que mañana era nuestro último día en Camboya y había que aprovecharlo.