Nos levantamos en lo que iba a ser un día muy especial, continuamos la ruta de las mil kasbahs que comenzamos el día anterior para adentrarnos en la zona de la naturaleza pues íbamos a visitar dos gargantas increíbles, unos parajes lunares y finalmente acabar el día en el desierto del Sahara, subiendo las inmensas dunas de Erg Chebbi. Este es nuestro segundo día de la ruta de Marrakech al desierto de Merzouga, y tocaba principalmente ver la Garganta de Dades, la Garganta de Todra y la duna de Erg Chebbi en el desierto de Marruecos.
Garganta del Dades
Enseguida la chica de nuestro Aubergue du Dades nos dijo que fuéramos al salón que nos subiría el desayuno. ¡Y menudo desayuno! Bollos, pan, pan tostado, mantequillas y mermeladas, quesitos, miel, café, zumo de naranja recién exprimido y una tortilla riquísima. Con la tripa realmente llena, pagamos el alojamiento, muy barato y recomendable para dormir cerca de las gargantas con un trato buenísimo e ideal para ir en coche a las Gargantes del Dades.
Ese día estaba muy nublado, precisamente ese día tenía muy mala pinta, las nubes de las cuales huimos de Marrakech y el Atlas parecía que habían llegado, pero teníamos la esperanza de volver a dejarlas atrás y tener otro día genial como el anterior.
El camino hacia las gargantas del Dades es precioso, con la montaña con un color rojizo que te hace pensar si estás en Marruecos o en Marte. Con la niebla no se aprecian del todo bien las fotos, pero la visión era alucinante.
Subimos unos 20 kilómetros por la carretera entre las montañas rojizas, hasta llegar al comienzo de la famosísima ascensión. Tuvimos suerte que ese día tampoco había nadie y más al ser las 9 de la mañana y subimos solos, sin cruzarnos con nadie hasta llegar al mirador donde se aprecian las curvas de la subida.
Estuvimos un rato allí solos, pues no habían llegado ni los de la cafetería del mirador y avanzamos un poco hacia las gargantas donde nos hicimos un montón de fotos. La visita a las Gargantas de Dades es sin ninguna duda imprescindible.
No avanzamos mucho y dimos media vuelta, pues teníamos la intención de ver las de Todra y no llegar tarde al desierto. Deshicimos los pasos y volvimos a Boumalne, donde cogimos la misma carretera por la que íbamos el día anterior, hasta el siguiente pueblo que llevábamos apuntado, Tinerhir (o Tinghir o Tineghir).
Seguimos viendo la montaña rojiza, algunos pequeñísimos pueblos entre la montañas, casitas, alguna persona, algún burro, casas semiderruidas y vendefósiles.
Una vez descendemos completamente, la última media hora de camino se convierte de nuevo en aridez. A veces paisajes amarillos, más o menos montañosos, pero con bastante aire y un color amarillento en el aire, tenía pinta que había tormenta de arena en el desierto y hacia allá que nos dirigíamos..
Llegamos a Tinghir y obras! Bueno más que obras, destrozos en todas las carreteras. No quedaba una viva, están construyendo una entrada grande con rotondas pero sólo estaba a la mitad y con muchos baches, pero al no haber casi gente pasamos rápido, pero en el pueblo también había obras por todos los lados, carreteras, muchísimos edificios en construcción.. se nota que está creciendo mucho y es bastante bonito, quedará seguro bastante bien en unos meses. La desviación a Todra la pone en un cartel perfectamente indicado y de nuevo.. más obras!! La carretera hacia las gargantas estaba también con bastantes agujeros y numerosos camiones parados, menos mal que como sólo estábamos nosotros y unos cuantos taxis lo hicimos bien, pero era un auténtico caos aquello hasta que contemplamos las primeras vistas al palmeral y las Gargantas del Todra.
Garganta del Todra
Seguimos subiendo y llegamos a las gargantas, donde dejamos justo el coche un poco antes y caminamos por ellas. Las Gargantas son realmente altas y muy bellas, otra visita obligada en el camino hacia el sur.
Recorrimos la zona principal andando, haciendo muchas fotos y estirando mucho el cuello para ver las altas gargantas y al rato pusimos rumbo al coche, que teníamos muchas ganas de ver el desierto. Para nosotros, ambas gargantas son visitas obligadas en una ruta por el sur, y si tuviera que elegir una, como gargantas son más impresionantes las de Todra, pero el paisaje, las montañas y la carretera de Dades la hace insuperable.
De vuelta hacia Tinerhir, se deshacen los 15-20km de carretera en obras en la que ya conociendo como está nos fijamos en varios kasbah y su precioso palmeral, antes de volver a la aridez camino del desierto.
Ahora tocaba seguir por la misma carretera de siempre hasta Tinejdad y en el camino comenzó a llover, pero no era una lluvia cualquiera, si no que era arena que manchaba completamente el cristal. Fue muy poco tiempo pero sentimos totalmente la arena que había en el ambiente mientras cruzábamos incontables pueblos en los que veíamos muchísimos niños, la gran mayoría en bici yendo o saliendo de la escuela y atravesando pueblos para llegar todos juntos al suyo.
Una vez pasamos el feo y largo pueblo de Tinejdad cogimos la carretera dirección Erfoud y Rissani, todo fácil. En el camino seguimos disfrutando con los cambios de terreno, teniendo cada vez más tonos desérticos pero con montañas muy extrañas y negras. Realmente parecía que estábamos camino a Mordor y en cualquier momento sin previo aviso iban a aparecer orcos, aunque realmente íbamos por el sur de Marruecos y los que salían de la nada eran personas intentando vender fósiles.
Llegamos a Erfoud, aunque realmente no se llega a entrar casi nada al pueblo, pues sale una desviación hacia Rissani, que está a unos 25km de allí. En el camino vimos el desierto en diferentes formas, piedras, arena, tierra, arena realmente blanca, pozos de agua.. aunque no nos detuvimos y lo dejamos para la vuelta, hasta llegar a Rissani y pasar por la famosa puerta al desierto.
Una vez entramos allí nos encontramos al final de una calle sin saber si a la derecha o a la izquierda pues no había carteles y como ya dije íbamos sin gps ni mapas, pero en cuanto nos vieron dudar y además giramos lentamente hacia el lado equivocado se nos acercó corriendo un chaval preguntando que hacia dónde íbamos, que si buscábamos el desierto es hacia la izquierda. Nos preguntó por el hotel al que íbamos, lo reconoció y nos dijo unas indicaciones perfectas para llegar. El chico fue realmente simpático y lo único que nos dijo él y sus amigos cuando nos marchamos es que si queríamos al día siguiente ver un mercado fuéramos al de allí en Rissani que mañana lo ponían y era muy famoso. Así da gusto.
Una vez cogimos la carretera que va hacia Merzouga lo único que había que hacer era frenar en cuanto aparecían los carteles de los albergues que están todos juntos, y si no está, seguir hacia el siguiente punto de encuentro de carteles.
Nosotros pasamos bastantes carteles, debe de haber como 100 albergues por allí, pasamos por un grupo de dromedarios, paramos a hacernos una foto con su señal característica, vimos como corrían por las pistas de al lado un grupo bien grande de coches muy antiguos pero pintados de carreras hasta que por fin vimos el cartel que indicaba el Kasbah Mohayut.
Nos metimos por el camino, si es que se puede llamar camino a aquello, era un desierto de piedras antes de llegar a las grandes dunas. Sólo era un kilómetro y medio, pero fue el más lento de nuestra vida, eso sí, la sensación de irte acercándote metro a metro (o centímetro a centímetro) a las dunas de Erg Chebbi es increíble.
Llegamos al kasbah, que está al ladito de las dunas, aparcamos y nos enseñaron la habitación. Enoooorme, con cama inmensa, con baño muy chulo, con saloncito dentro de la habitación. Además hablaban español, el lugar era precioso, tenía piscina.. vamos todo un lujo, la idea de quedarnos finalmente allí comenzó en ese momento a verse como un enorme acierto.
Nos comentaron que acababa de pasar una gran tormenta de arena, que fue lo que provocó que todo el día de hoy viéramos el cielo tan amarillo y esas gotas de arena que cayeron, pero que ya había pasado, ahora no hacía nada de aire y hacía calorcito y aunque seguía arena en el ambiente como una pequeña neblina, se podía apreciar todo y disfrutar al máximo.
Desierto del Sahara en las dunas de Erg Chebbi
Dejamos las cosas, eran alrededor de las 3 y media y nos fuimos directos a las dunas del desierto de Marruecos. ¡Y no había nadie! Habíamos leído tantas veces lo excesivo turístico que era este lugar, gente por todos los sitios, ruido, etc. que llegar allí, ver la infinidad de las dunas y que no hubiera ni una sola persona a la vista fue una sensación única, pero claro era un día cualquiera en Febrero, un mes muy poco turístico, y por ello perfecto para un viaje así.
Subimos por las dunas, bajamos, nos hicimos fotos, rodamos, hicimos más y más fotos, subimos, bajamos y andamos un montón entre ellas. Nos lo pasamos genial, nos tiramos a descansar y lo disfrutamos. Estuvimos a punto de coger los dromedarios que había en la puerta del kasbah para dar una vuelta, pero de nuevo acertamos pues así estuvimos los 2 solos, divirtiéndonos más y sin dejarnos el culo encima del animal, aunque es otra de las actividades más características del desierto de Marruecos,.
Estuvimos mucho tiempo por allí, y los únicos que vimos fue un grupo de 3 personas en dromedario dando un paseo y un grupo un poco más grande hacia la duna más alta de Erg Chebbi en el desierto. Iban a última hora por lo que tenían pinta de ir hacia un bivac a dormir y pasar la noche.
Fue alucinante pero el subir y bajar las dunas cansa mucho y nos pegamos un gran paseo, por lo que volvimos hacia atrás hasta llegar al hotel donde descansamos un poco y nos pusimos a explorarlo, aunque es muy grande y con un poco mejor tiempo debe ser una pasada, bañándote en la piscina y disfrutando de todas las terrazas, aunque en ese caso estaría lleno de turistas, así que sin ninguna duda me quedo con la soledad del desierto, y además sin aire y con una sudadera se estaba perfectamente, por lo que no podía haber salido mejor.
Cenamos allí, disfrutamos del lugar y en todo el kasbah solo vimos 2 parejas más, por lo que pudimos perdernos tranquilamente, nadie se puso a cantar canciones ni hacer turistadas y nos salimos solos a las dunas a ver el anochecer, aunque el sol estaba tan escondido detrás de la capa de arena que no se pudo apreciar mucho.
Y ya de noche no se veía ninguna estrella en el cielo cubierto de arena, por lo que la opción de dormir en la cama fue un mayor acierto ya que una cosa que nos daba cosa perdernos era la noche estrellada pero esta no lo iba a ser y además sin sol comenzó a hacer bastante frío por lo que regresamos al cálido alojamiento, donde dormimos estupendamente.
- Contratar seguro de viaje con IATI con un 5% descuento, imprescindible al viajar fuera de tu país.
- Reservar excursiones, traslados, actividades y tours en Marruecos, ¡hay muchos!
- Buscar y reservar alojamiento en Marruecos que mejor se adopte a tu presupuesto durante la ruta.
- Busca el mejor vuelo para ir a Marruecos, encontrando el precio más bajo por día de cada compañía.