Comienza nuestra aventura en el subcontinente indio, Kathmandu nos espera. Tomamos el cómodo avión de la Turkish Airlines en Barajas a las 12.30 de la mañana y ponemos rumbo a Estambul. La atención de la aerolínea genial, el avión enorme y cómodo, comida y bebida constantemente hasta que comienzan las malas noticias.
Volar a Kathmandu, Nepal
Antes de llegar a Estambul tenemos bastantes turbulencias, el vuelo se retrasa en el aterrizaje, damos bastantes vueltas en el aire antes de por fin descender y cuando lo hacemos, no es precisamente un aterrizaje cómodo. Hay muchísimo aire y no se ve nada, pero el piloto consigue aterrizar el avión llegando a gran velocidad. Una vez salimos del avión, vemos que tenemos algo menos de 2 horas para tomar el siguiente vuelo, así que no debería haber problemas pero cuando miramos las pantallas de las terminales… Delayed, delayed, cancelled, delayed, cancelled, delayed, delayed, cancelled…
Sí, debido al tiempo malísimo se estaban retrasando todos los vuelos y cancelando muchísimos de ellos, así que en la sala de espera de las terminales estábamos un grupo enorme de gente esperando a ver si se podía tomar aire. Vimos que los vuelos que iban hacia nuestra zona (Delhi, Mumbay, Pakistan..) no estaban cancelados, aunque si retrasados todos hora y media o dos horas. Nuestro vuelo no ponía nada, era de los únicos que no ponía ni cancelado ni retrasado ni embarcando… y 10 minutos antes de la hora oficial de despegue del avión (20.25) sale el cartel de embarcando a Kathmandú y somos los únicos de todo el enorme aeropuerto de Estambul que vamos a volar en hora 🙂 .
Despegamos en el enorme avión y sin problemas (bueno con los típicos problemas de «dormir» en un avión) llegamos a la capital de Nepal, donde tras otras 5 o 6 vueltas, conseguimos aterrizar, poco antes de las 8 de la mañana, con casi una hora de retraso el día 2 de Febrero de 2015 (poco más de 2 meses antes del terrible terremoto).
Como sacar visado de Nepal
Nos bajamos del avión en el minúsculo aeropuerto internacional y entramos en la terminal, donde nos pusimos a la cola para rellenar el Visado de entrada a Nepal. Hay que rellenar una serie de hojas con las cosas típicas (nombre, número pasaporte, caducidad, días estancia, lugar de estancia, etc..) y pagar 20€ o 20$ y entregar una foto. También se puede hacer en unas maquinitas que hay, aunque estaban ya ocupadas así que fuimos directos a la cola con el papel que hay a la entrada.
Que ver en Kathmandu
Hotel en Kathmandu: Asmita Bed & Breakfast
Una vez salimos del aeropuerto (que lo recorremos en 3 minutos yendo despacio), nos estaba esperando Dharma y un chófer para llevarnos a su casa, el Asmita Bed & Breakfast, uno de los lugares en los que nos hemos sentidos más cómodos y a gusto. Él esperó a pesar del retraso y nos llevó a la habitación, que además nos dio una superior al no haber gente. Nos puso unos collares de bienvenida y respondió a cualquiera de nuestras preguntas, antes de salir a recorrer la capital nepalí.
Salimos del hostal, al norte de Thamel y comenzamos a atravesar la calle llena de tiendas y mercados en dirección sur, disfrutando y asimilando todo lo que veíamos y sentíamos.
No había mucha gente ni demasiado tráfico, cosa que nos sorprendió después de todo lo que habíamos leído. Tampoco había contaminación en el aire pues se veía todo estupendamente, aunque de la polución al respirar, con toda la arena que hay suelta, no nos pudimos escapar.
Plaza Durbar de Kathmandu
De camino a la Plaza Durbar, en cada callejuela alrededor de Thamel uno puede encontrarse con pequeños templos, pagodas, estupas.. Y numerosos lugares de cambio, por lo que cambiamos los primeros euros por rupias nepalíes.
Para entrar a la Plaza Durbar de Kathmanu, hay que pagar 750 rupias. Si uno va a ir más de una vez, conviene llevar una fotografía, pues te hacen un carnet con ella y puedes entrar las veces que quieras los próximos días. Y.. ¿uno puedo colarse? Pues está vigilada por gente que si ve que no has pagado te manda a pagar, pero no siempre están ni en todos los lados, por lo que dependerá del momento en que llegues, del lugar de entrada y del tiempo y ganas que tengas para intentar no pagar el abusivo precio de su entrada.
Eso sí, entrar (de una manera u otra) es totalmente imprescindible. Un lugar precioso lleno de templos y también de gente local sentados pasando el día sobre ellos.
Dentro de la plaza hay muchísimos templos. El Templo de Shiva, Bhagwati, Saraswati, Krishna, Kal Bhairava, Mahendreswar, Indrapur, Vishnu, el Palacio Kumari, Santurario Ashok Binayak, la torre de Basantapur..
Después de esta visita a la Plaza Durbar, volvimos a tomar Thamel dirección norte y paramos a comer en el Western Taandori, uno de los sitios más cutres, más baratos y de los que mejor hemos comido en todos nuestros viajes.
Comimos los 2 por 345 rupias (poco más de 3€), el pan más rico que hemos probado, un plain naan hecho allí mismo delante nuestro, chicken naan que es el propio pan relleno de pollo (picaaaaante), un chicken curry riquísimo, 2 cocacolas y una botella de agua.
Después de comer, bien llenos y muy cansados por culpa del Jet Lag, hicimos una cosa que no nos gusta nada hacer, pero que no nos quedaba más remedio pues no habíamos pegado ojo en toda la noche, echarnos la siesta un rato. Dormimos de lujo en el Asmita y salimos a conocer más Katmandú.
Templo Swayambhunath en Kathmandu
Después de comprar el magnífico repelente Odomos, tomamos un taxi por 220 rupias para ir a Swayambhunath, conocido también como el templo de los monos.
La entrada al Templo es de 200 rupias, aunque también se puede «entrar» según se sube al principio a la derecha, que suele ser un lugar de bajada y se llega a la parte de atrás, y que normalmente está abierto, pero puede ser que haya gente vigilando o que esté vallado.
Es un antiguo complejo religioso en lo más alto de una colina, muy sagrado entre los budistas que realizan peregrinación y reverenciado también por los hinduistas.
Las vistas desde los alrededores de la estupa son fantásticos, pudiendo ver todo Kathmandú a tus pies. Eso sí, suele ser difícil de ver bien por culpa de la contaminación, pero nosotros tuvimos suerte y pudimos apreciarlo todo ya que ese día se veía genial.
Dimos vueltas y vueltas al complejo, disfrutamos de las vistas, de su gente, de sus niños y por supuesto de los monos. Eso sí, cuidadín que como te vean con comida o con algo que puedan quitarte, no se andan con chiquitas que ellos son los dueños y señores del lugar.
Precioso lugar en el que nos relajamos y donde corría un maravillo airecito al estar en las alturas, hasta que decidimos bajar de nuevo por aquellas laaargas escaleras.
Una vez abajo regateamos otro taxi para que nos llevara por 250 rupias hasta la propia plaza Durbar, ya que era demasiado tarde para ir a otros sitios y como estábamos cansados del viaje, así terminábamos de verla bien.
Thamel, principal calle de Kathmandu
Allí estuvimos otro buen rato, de templo en templo, sentándonos con la gente local y viendo el atardecer hasta que decidimos que era la hora de volver hacia Thamel para cenar algo por allí.
De camino atravesamos mercados, puestos, cientos de tiendecitas en las calles, y muchos templos y santuarios, como el dedicado al «dentista» para cuando se tienen problemas con los dientes.
Y finalmente para cenar decidimos darnos un «homenaje» por lo bien que estaba saliendo todo y fuimos a cenar al Pilgrims 24 que habíamos leído muy buenas críticas en tripadvisor y nos pillaba de camino. Tiene una atmósfera genial, más oscuro, pudiéndote tumbar, con buena música y un servicio excelente ya que eran relmente majos. Eso sí, este sitio es más caro, pero bueno, nos salió por 1080 rupias la cena, que acabamos realmente llenos con 10 momos de diferentes estilos, varios panes «naan», platos de arroz, una pizza de yak y la bebida.
Y de allí a descansar bien al Asmita, que había sido un día agotador con el vuelo y mañana tocaba seguir explorando Kathmandú, la estupa de Boudhanath y Patan. ¡Cómo nos está gustando Nepal!